© del texto Aurora Locutora: Eva Latonda 2010 © de las ilustraciones: Maru García, 2010
¿Sabías que el 80% de la información que recibe nuestro cerebro llega a él a través de nuestros ojos? Esto quiere decir que muchas de las habilidades que tienes, las has aprendido gracias a la visión.
Es alucinante, ¿verdad? La vista tiene un papel muy importante en nuestra vida. ¿Qué ocurriría si no pudieras ver o lo hicieras con dificultad?
La ceguera es la falta de visión. Se puede ser totalmente ciego, o ver algunas formas y colores. Los que la tienen, desarrollan mucho más sus otros sentidos, así compensan el que les falta. En este cuento, conocerás a Aurora, y comprobarás que es una niña llena de imaginación e ilusiones. Conocerla te servirá para descubrir una verdadera heroína, capaz de desenvolverse solita.
Soy como un felino, me muevo silenciosamente, nadie sabe dónde estoy, en qué lugar de mi casa me encuentro…
Sin embargo yo si puedo oírles a todos, ¡Ja! Tengo el oído más fino que nadie… Mi padre se enfada cuando me escondo, pero yo me divierto de lo lindo.
Lo de ser como un felino tampoco le gusta a “Flaco, mi perro guía. Yo creo que es por ese lío que hay siempre entre perros y gatos.
No se quién dijo que se llevaban mal, pero desde aquel mismo día levantó una enemistad que es una autentica tontería.
Por cierto, le puse el nombre de “Flaco” porque está como un tonel.
Yo intento convencer a mi fiel amigo de que los gatos son calentitos y zalameros.
“Mira Pirlo, el gato de la tía abuela Cecilia.
Cuando le toco, su pelo me hace cosquillitas en los dedos y su lengua es tan graciosa, áspera y pequeñita, que me hace reír mucho.”
Pero Flaco ni caso. Aunque sólo en lo de los gatos, porque en lo demás es el perro más bueno y obediente que jamás haya existido.
A mi me cuesta ver con los ojos, así que veo de otra forma. Por ejemplo, puedo tocar algo y saber cómo es, o escuchar los sonidos… Es como si estuviera en un cine muy particular en el que hay que dejarse llevar por la imaginación y eso sí que mola.
Yo me imagino de todo… Me imagino a mi madre cuando cocina patatas a la importancia, ¡que le salen de rechupete!
Me imagino a mi profe corriendo detrás de Alfonso que es un niño muy pillo que hay en mi clase. Me imagino las nubes cargadas de gotas de lluvia y el arco iris caldeado por el sol. ¡Tantas cosas imagino!
Pero con diferencia, lo que mejor se me da es imaginar los partidos de fútbol que escuchamos el abuelo y yo todos los domingos por la radio.
Porque a mí, además de los animales, me encantan los deportes y entre todos los deporte, el que más el futbol, porque es muy emocionante.
Cuando hay partido, nos sentamos junto a la vieja radio, los dos muy juntitos, como creo que hacen los pingüinos cuando tienen mucho frío, y escuchamos atentamente:
“¡¡¡AVANZA POR LA BANDA DERECHA, REGATEA A UN RIVAL, CENTRA AL ÁREA, Y… GOOOOOOOOL!!!.
¡Buf! ¡Que subidón! El abuelo y yo nos abrazamos y saltamos de alegría, esta vez como los pingüinos cuando ven salir el sol después de una ventisca.
Gritamos juntos “¡Viva viva!”, y mientras mamá nos dice que no gritemos tanto, yo pienso en lo bonito que sería hacer que la gente saltara de emoción al oír mi voz diciendo “¡GOOOOL! “
Es verdad que todavía soy un poco pequeña para tomar decisiones, aunque ya tengo 10 ¿eh?; pero estoy segura de lo que quiero ser de mayor: locutora de radio.
Radiaré los partidos junto al abuelo y formaremos todo un equipo. Él irá diciéndome lo que pasa al oído y yo lo contaré con pasión por el micro.
Hay quién cree que es un sueño imposible, y me intentan desanimar. Es entonces cuando yo les suelto con mi voz alta, clara y limpia:
“Lo imposible… es la meta de los que creen”
Y no sé que tiene esta frase que escuché un día en el cole, pero después de decirla y quedarme tan a gusto, todos se acercan a darme un gran beso.
Y es entonces cuando lo noto. Sus mejillas junto a la mías, me hablan de que puedo hacer lo que me proponga, porque mi vista llega mucho más lejos. Yo puedo ver incluso más allá del horizonte.
Fin