© del texto Nacho Pista Tenista: Eva Latonda 2011 © de las ilustraciones: Maru García, 2011
La espina bífida es una lesión que afecta a la columna vertebral y a la médula espinal, ya sabéis, esa fila de huesos bien pegaditos que recorre nuestra espalda y el tubito de nervios y liquido que protegen…, pues bien, los niños que nacen con espina bífida pueden tener dificultad para caminar, como le pasa a Nacho, el protagonista de esta historia.
Nacho nació con espina bífida y no puede mover bien las piernas, por eso usa unos bastones para caminar. A otros amigos que nacieron con lo mismo, les pasan otras cosas. Dependiendo de si la herida está más abajo o más arriba en la columna, pueden perder movilidad en los dedos de los pies o en gran parte el cuerpo. Por eso con ayuda de los padres, los doctores y las asociaciones, los niños y las niñas con espina bífida se acostumbran a su cuerpo y le sacan todo el partido.
Van al colegio, leen, juegan, ven películas, dibujan, pintan y hacen deporte, si, deporte… ¿habéis visto alguna vez los juegos paralímpicos…? pues muchos medallistas tienen espina bífida.
Los papas de Nacho supieron tiempo después de que el naciese, que la espina bífida en algunos casos se puede prevenir si la madre toma ácido fólico, por lo menos tres meses antes del embarazo.
Con este magnífico cuento que tienes en tus manos, quieren decírselo a todos los papas y mamas del mundo.
Me llamo Nacho y juego al tenis, me gusta nadar, las mates, los helados de chocolate y los libros de cuentos.
También tengo espina bífida, que suena a algo así como que me he clavado un hueso de serpiente en el pie, pero es simplemente que mi espina dorsal se salió de su sitio porque antes de nacer, los huesos de la espalda no se me pegaron tan juntitos como deberían haber hecho, y por eso mis piernas se mueven más bien poco.
Nada más nacer, me operaron de la espalda y también de la cabeza, porque la tenía muy grande. Ahora ya la tengo más bien tirando a mini, pero mi padre, que es muy gracioso, me sigue llamando pequeño Casper, je, je.
Y como os iba diciendo, después de operarme, me movía tanto de lado a lado que les tenía a todos asustados pensando que podía hacerme daño. Sin embargo yo siempre he pensado que lo que de verdad tenía, eran ganas de empezar mi carrera deportiva.
Cuando cumplí 5 años, a mi madre le dijeron unos médicos amigos suyos, que lo mejor para mí y para mi columna era “estimular mi crecimiento y mi independencia”, a partir de ahí me dejaron moverme más y me apuntaron a clases de tenis en silla de ruedas.
Y debió resultar, porque yo soy independiente, pero mi columna… lo es aún más. Le gusta hacer su propia vida, por eso tengo que estar vigilándola todo el día para que haga lo que tiene que hacer:
llevarme al cole al ritmo de mis muletas, aguantar las clases sin decir ¡AY!, acomodarse a la silla de ruedas en los entrenamientos y dejarme dormir por las noches, entre otras cosas.
Antes de los partidos, tengo que tener una charlita con ella para que ponga todo de su parte: “Mira colum (yo la llamo así) que el partido de hoy es más que difícil, Mario Marcelo es cabeza de serie (eso quiere decir que es uno de los que mejor juegan) y dicen que tiene una derecha tremenda, ¡PUM! hace la raqueta y la bola va a la línea de fondo… y a ver quién es el guapo que devuelve eso”.
Colum me escucha atentamente y luego, actúa como si me hubiera entendido. En medio del set, cuando toca hacer un movimiento rápido y fuerte, responde apretándose contra el respaldo de la silla, ayudándome a devolver la pelota haciendo un winner (o sea… un punto ganador).
Todavía no estoy en el ranking nacional, acabo de empezar. Mi sueño es participar en los juegos paralímpicos y ganar una medalla, se la dedicaría a mis padres y a mi hermanita Gela.
A mis padres porque son unos campeones que tendrían que tener, no una medalla, sino cientos y a mi hermanita porque la quiero más que a nada.Nació después de mí. Ella no tiene lo mismo que yo ¡BUF, corre que se las pela! Es mi mayor fan, en los campeonatos se sienta en las gradas muy seria, agarrada a su osito y cuando gano un punto grita: ¡Amoz Naszo! (Naszo soy yo) ¡Es más lista! En casa le gusta sentarse conmigo y sujetar mis muletas azules con sus manitas mientras hablamos.
Yo le cuento un cuento cada noche, y a veces me los invento. Los que me salen son cuentos de aventuras con un príncipe que va a caballo a salvar a su hermana víctima de un hechizo.
El príncipe soy yo y cabalgo veloz en busca de la princesita, que es ella, claro. En mi escudo de armas tengo una pelota y una raqueta como distintivos, y hay un dragón que al ver mi imponente presencia… sale corriendo para no volver.
Mi hermanita escucha entusiasmada porque le encantan mis historias…y el otro día viéndome sentado en la silla de ruedas que uso para jugar al tenis dijo sonriendo: aballo… que en su idioma quiere decir caballo.
La quiero tanto, es tan divertida y tan simpática. Espero que cuando sea mayor siga yendo a verme a los partidos, porque nadie me anima como ella. Para los jugadores es muy importante oír los aplausos y los gritos de ánimo de los espectadores y si encima son su familia con más razón.
Yo estoy detrás de mis padres preguntando todo el día:
¿Cuándo vamos a tener otro bebé en casa? Y ellos se miran y ríen. Espero que esas risas signifiquen que la respuesta es ¡Muy pronto!… porque no hay nada que me apetezca más que tener la casa llena de hermanitos que quieran escuchar cuentos y jugar al tenis como yo, su hermano mayor.
Fin