© del texto Pablo García Policía: Eva Latonda © de las ilustraciones: Maru García, 2014
La acondroplasia es un trastorno genético que afecta al crecimiento de algunos huesos de nuestro cuerpo.
Los huesos más largos del esqueleto no crecen todo lo que deben, así que las personas con esta discapacidad son más bajitas.
Los niños con acondroplasia sólo necesitan algún cuidado específico y una alimentación especial, pero su vida es igual a la tuya. Está repleta de ilusiones y esperanzas.
En este cuento conocerás a Pablo, un niño inteligente y divertido que te asombrará por sus muchas capacidades.
¡QUIERO SER POLICÍAAAAAA!
Y lo digo así de alto, para que se entere bien todo el mundo…
Y quiero serlo, no sólo porque me gustan las películas de “polis” contra cacos, con las persecuciones y los coches…, sino también porque los detectives suelen ser tan inteligentes y guapos como yo.
Lo de que soy guapo lo dice mucho mi padre, y creo que tiene razón porque me parezco un montón a él cuando era jovencito.
Lo de inteligente lo dice mi profe, que por cierto también se llama Pablo, porque resuelvo problemas en un santiamén.
Pero volviendo a lo de ser policía. Sé que lo voy a tener un poco más complicado que los demás en las pruebas físicas.
Según tengo entendido son muy difíciles (los policías son unos superatletas). Por eso tengo un plan para llegar a conseguirlo. Estudiaré criminología y me convertiré en detective.
Además pienso que la fuerza no lo es todo. Los buenos, necesitarán de mi audacia e ingenio para atrapar a los malhechores… Si es que ya lo digo yo:
“Nada como seguir una buena pista, para dar con el carterista”
Y en eso de descubrir pistas soy un lince ¿eh?…
¿Vosotros nunca os habéis dejado guiar por vuestra intuición?
Yo lo hago constantemente. Es el secreto de mi éxito: “Nunca me equivoco confiando en mi instinto, por eso soy distinto”
(Vaya, estoy pensando que también debería hacerme poeta… ¿os imagináis? Un policía poeta ¡qué guay!.)
Creo que lo de la intuición lo heredé de mi madre. Ella sí que es intuitiva. Siempre sabe antes que nadie lo que necesito sin mediar una sola palabra.
“Intuición y corazón ¡esa es mi madre en acción¡”
(Sí, sí definitivamente también soy un poeta)
En el colegio, mis compañeros Fernando y Miguel, que son los mejores amigos que uno pueda imaginarse, me animan y me dicen que, tras mi asombrosa carrera como criminólogo, llegaré a ser jefe de la policía.
Entonces, crearé un cuerpo especial que esté formado por personas de talla baja como la mía. Están seguros de que seremos el refuerzo perfecto para el “Departamento Nacional de Inteligencia”.
Fernando suele echarme una mano cuando tengo que cargar con cosas pesadas. Yo le dejo que me ayude, la verdad, porque es un fortachón y le encanta presumir de músculos.
Miguel es el científico de la clase.
De mayor quiere ser arqueólogo, y nos lleva a Fernando y a mí a hacer interesantes excavaciones en el patio del colegio.
Está seguro de que encontrará el fémur de un iguanodonte debajo de la cancha de baloncesto.
Con ellos, estoy aprendiendo un montón de cosas; Y así, poco a poco, me estoy formando, hasta llegar a ser el mejor policía, investigador, detective y comisario, experto en arqueología, (y poeta) que haya tenido jamás la historia policial de nuestro país.
Sé que cumpliré mi sueño y llegaré muy ¡alto!
Fin